Las flores huelen distinto.
El sol brilla más.
Mi boca sonríe al camino;
siento la brisa del mar
acariciar mi pelo.
¡No tengo miedo!
Todo me parece genial,
nada me parece aburrido;
en pleno frío invernal
mi cuerpo permanece tibio.
Miro al cielo.
¡No tengo miedo!
Veo a la gente pasar
con gesto serio y adusto.
Sólo les quiero cantar
y disipar su disgusto.
No estéis serios…
¡No tengáis miedo!
Vuelvo a ser un niño
con ganas de jugar
al «corre que te pillo»
y al suelo volverme a tirar.
Vivo de nuevo…
¡Vivo sin miedo!
Archivo origen de la imagen http://img.desmotivaciones.es/201208/tumblr_m7c7l7BqMi1rzit9fo1_5001.jpg
Muy cierto lo que dices Federico pero, ¿por qué no posponer un poco más ese gesto serio y adusto? El mundo nos lo agradecería.
¡Un abrazo compañero!
Lleno de vida tu poema, amigo. Muy bueno!
A veces sentimos eso, lástima que suele suceder solo por un momento y luego uno vuelve a poner un gesto serio y adusto.
Abrazo, Oskar!
Me alegra que te haya gustado Elena 🙂
Precioso